Neptuno

Neptuno es el planeta de la inspiración, encargado de traernos los niveles más altos de espiritualidad. Tiene mucha influencia sobre el subconsciente, los sueños, las ilusiones, las fantasías y todo aquello que sea mágico y encantador. A su vez, este cuerpo celeste gobierna los mares, los ríos, la lluvia, el hielo y, en definitiva, todo aquello relacionado con el agua y los líquidos. Es por ello que, en la mitología romana, Neptuno, hijo de Saturno y Ops, era conocido como el dios del mar y lo gobernaba con su poderoso tridente. Como imaginarás, también está relacionado con el signo zodiacal Piscis.

Neptuno en la Astrología

Neptuno también es conocido como el Planeta de la Niebla ya que nos hace querer escapar de la realidad cotidiana y mundana para poder entrar en un plano de idealismo. También nos invita a rechazar barreras y a superar nuestros propios límites.

Fue descubierto por el astrónomo alemán Johann Gottfried Galle el día 23 de septiembre de 1846 gracias a la observación de perturbaciones en la órbita de Urano. No obstante, los astrónomos John Couch Adams y Urbain Le Verrier también llegaron a esta misma conclusión en paralelo y se acreditaron el posicionarlo en el lugar exacto.

Tal y como hemos indicado, Neptuno gobierna al signo zodiacal Piscis. Tarda 146 años en circular el zodiaco por completo y suele permanecer unos catorce años en cada uno de los signos zodiacales.

Lo que Neptuno representa

Este cuerpo celeste rige el subconsciente y afecta a nuestros sueños y fantasías. Está conectado con nuestras creencias, imaginaciones, esperanzas y, en definitiva, con nuestra espiritualidad. No obstante, también puede llegar a engañarnos ya que nos puede presentar las fantasías como verdadera realidad. Es decir, puede alterar y nublar nuestras percepciones y que caigamos en malas interpretaciones. Pese a todo, tiene un gran potencial para la creación, la conectividad y la compasión.

A su vez, este planeta limpia, refina y purifica. Es muy sutil y puro y suele aumentar nuestro lado más artístico de nuestra personalidad. Por ello, gobierna las comunicaciones visuales, la fotografía, el cine, el ballet, las artes escénicas, la música, la pintura y la poesía, así como los gestos y símbolos. En definitiva, rige todo lo brillante y glamoroso.