En primer lugar hay que saber que, para la Astrología, el Sol es el cuerpo celeste más poderoso que podemos encontrar en el cielo. Por ello, influye en nuestra personalidad, en la manera de expresarnos y, en definitiva en nuestra energía global. En la mitología romana, el Sol se asocia con Apolo mientras que en la mitología griega se asocia con Helios, el Dios de la Luz. Como sabrás, tarda un año en moverse a través de las doce constelaciones (signos) del zodíaco.
Para la Astronomía, el Sol es el centro de nuestro sistema solar y todos los planetas giran alrededor de él gracias a la descomunal fuerza que ejerce. Sin embargo, para la Astrología, la Tierra actúa como centro ya que es el origen de nuestro punto de vista y desde donde nos basamos para establecer las relaciones entre planetas. Por lo tanto, cuando el Sol cambia de un signo del zodiaco al siguiente, no es el Sol el que se mueve, sino nuestro punto de vista y, en consecuencia, nuestra conexión y relación con sus energías.
Esta estrella tarda un año en recorrer todos los signos zodiacales, permaneciendo un mes aproximadamente en cada uno de ellos. A su vez, se encarga de gobernar sobre el signo zodiacal Leo.
Nuevamente, desde nuestro punto de vista, este cuerpo celeste es la estrella más brillante de todo el universo. A su vez, hace de centro absoluto para nuestro sistema solar y es el corazón vital para cualquier horóscopo. Ten en cuenta que sin el Sol no existiría la vida. Es decir, todo depende de él. Por ello, el Sol es el símbolo de tu ego y controla tu autoestima y la forma de verte a ti mismo. A su vez, representa tu voluntad, determinación, orgullo, salud y vitalidad.
Además, también controla y determina la manera en la que los demás te ven. Es decir, también ejerce una importante influencia sobre las personas que están a tu alrededor y que verdaderamente te importan. En especial, en todas aquellas que tienen cierta autoridad en ti tal y como pueden ser tus padres, tu pareja o tu jefe. Por otro lado, el astro rey gobierna y domina toda la luz del día. Regula la imagen que proyectamos a los demás e ilumina a nuestro verdadero ser.
